La escultura del Padre Anchieta, tanto por lo que representa
como por su valor, realizada por el galardonado escultor brasileño Bruno Giorgi
y quizás la mejor escultura al aire libre que existe en Tenerife, junto al
Guerrero de Goslar de Henry Moore, ha sido recordada por el periodista Domingo
Barbuzano como eco de la preocupación que existe en La Laguna por el estado en
que se encuentra en la glorieta de su nombre (EL DIA, 12/08/2012). Esta
inquietud, me atrevo a interpretarla así, no se refiere sólo a la
representación material del humanista universal José de Anchieta, creo que es
un sentir más profundo, un deseo colectivo por disipar la niebla que misteriosamente
envuelve su memoria.
La magnífica escultura de Giorgi es un homenaje sin par y
generoso de Brasil a La Laguna con sentido agradecimiento a la ciudad que lo
vio nacer en 1534, su instalación en 1960 revistió caracteres de acontecimiento
de amplia resonancia social, pero con el tiempo esa señal se ha ido debilitando
tanto que cuesta esfuerzos percibirla. Entendemos que lo que se está reclamando
no es otra cosa que la recuperación de la memoria del gran hombre representado
magistralmente por el escultor brasileño. Anchieta al que vemos como el hombre
valiente entregado ejemplarmente en cuerpo y vida a los demás, cuyo destino
«...Era andar, andar, andar. Ora em caminho do mar, ora pra dentro da terra…»,
como lo sintió el poeta Cassiano Ricardo en 1987.
La obra de Anchieta es muy grande y valiosa, permanece como
monumento imperecedero en la mente y corazones de los humanos que fueron
alcanzados por su beneficio, los de tiempos antiguos y los de ahora. También se
encuentra en su obra escrita en cuya actualización destaca el brillante trabajo
que se ha venido realizando en La Laguna, Coimbra y Sao Paulo. La huella del
camino vital de Anchieta por La Laguna se perpetúa en las piedras de la casa
familiar o en el acta de bautismo, también en la trascendida escultura de
Giorgi de cabeza juvenil, descalzo y grandes pies que representan su gran
andadura, de manos generosas que sostienen el cayado en el que se ayuda, todo
un símbolo. Las voces que se han oído de nuevo en La Laguna recogidas en el
mencionado artículo son una vez más la solicitud ciudadana de que no se
postergue ni un día más todo el proyecto anchietano de La Laguna que, una y
otra vez, sufre el deterioro de una inexplicable carencia de sensibilidad institucional
evidenciada por los hechos.
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